
Las competiciones de palomos deportivos son una tradición muy arraigada en España, especialmente en comunidades como la Valenciana y Murcia.
Estos torneos, en los que se premia la destreza, resistencia y elegancia en el vuelo, mueven cada año importantes sumas de dinero y atraen a criadores que dedican tiempo, pasión y esfuerzo a preparar a sus ejemplares. No se trata solo de un pasatiempo: la cría y entrenamiento de palomos se ha convertido en un verdadero sector económico que combina deporte, cultura y emoción.
En este contexto se enmarca la noticia que ha sacudido a la localidad murciana de Fortuna: el robo de tres palomos campeones, valorados en conjunto en unos 170.000 euros. Las aves sustraídas, llamadas Sordo, Gran Capitán y Joker, no eran ejemplares cualquiera. Según su propietario, José Francisco Fernández, se trata de campeones nacionales en diferentes modalidades, fruto de años de dedicación, entrenamiento y sacrificio.
El robo, ocurrido en las instalaciones donde se encontraban junto a otros 40 palomos, no parece un acto improvisado. “Venían directamente a por esos tres, porque son los que más nivel tienen en competición”, asegura Fernández, mostrando las jaulas vacías que hoy representan tanto la pérdida económica como, sobre todo, el dolor sentimental.
Y es que detrás de cada triunfo hay incontables horas de trabajo, de preparación y de renuncias personales. “Muchos sacrificios, muchas horas de familia perdidas. Son palomos que nos han dado muchas alegrías”, comenta el criador visiblemente afectado. Para él y su familia, la pérdida no solo es un golpe económico, sino la desaparición de seres con los que han construido un vínculo único.
La Guardia Civil ya ha abierto una investigación y maneja sospechas sobre los autores. Una de las ventajas para el propietario es que los ladrones no podrán emplear los palomos en competiciones, ya que los chips de identificación siguen en poder de los dueños. Aun así, la petición es clara: “Solo queremos que los devuelvan o que los suelten”, señala Fernández, convencido de que para su familia los palomos son mucho más que un trofeo: son parte de su vida.